"Escrito está en mi alma vuestro gesto"
"Mi alma os ha cortado a su medida"
"Por hábito del alma misma os quiero"
"Por vos tengo la vida"
"(...) y por vos muero"
"Mi alma os ha cortado a su medida"
"Por hábito del alma misma os quiero"
"Por vos tengo la vida"
"(...) y por vos muero"
En el Cántico espiritual de Juan de la Cruz, el yo poético exclama ante la unión de los amantes:
¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡¡Oh noche que juntaste
amado con amada!
¡Amada en el amado transformada!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡¡Oh noche que juntaste
amado con amada!
¡Amada en el amado transformada!
El crítico Joan P. Culianu, en su libro Eros y magia en el Renacimiento, comenta acerca de una expresión empleada por Marsilio Ficino ("El amante esculpe en su alma la cara del amado"):
El fantasma que monopoliza las actividades del alma es la imagen de un objeto. Ahora bien, puesto que el hombre es alma, pero un alma completamente ocupada por un fantasma, resulta que el fantasma es, en adelante, el alma. De ahí que el sujeto, desposeído de su alma, ya no sea un sujeto: el vampiro fantástico lo ha devorado interiormente. Pero también se desprende de estos hechos que el sujeto se ha transferido al fantasma –que no deja de ser la imagen del otro, del amado–. Así pues, metafóricamente s puede decir que el sujeto se ha transformado en el objeto de su amor (Culianu, 63).
Imágenes que toman el alma, imágenes que poseen el alma: fantasmas y vampiros renacentistas.